Ayer 6 de junio comienzó a funcionar oficialmente a nivel mundial IPv6,
el nuevo protocolo de comunicaciones de internet, que asignará nuevas
direcciones IP.
Desde 1981 se venía utilizando IPv4, que permite un
total de 2^32 direcciones, que ya están prácticamente agotadas, lo que
hace necesaria la implementación del nuevo sistema que permite 2^128
direcciones, que deberían alcanzarnos para los años futuros y para que
se conecten a internet las lavadoras, autos, microondas, smartphones,
etc.
Sin embargo, esta ampliación de la cantidad de direcciones
IP no tiene contentos a todos. El FBI en Estados Unidos manifestó su
preocupación de que este cambio técnico dificultará sus investigaciones,
y es probable que necesite nuevas herramientas para esta tarea.
Como
la cantidad de IPs aumentará, y cada dispositivo (sea una lavadora o un
smartphone) tendrá su propia IP, los ISP ya no podrán responder tan
rápido a los requerimientos de información que pida el FBI.
Por
otro lado, la adopción de IPv6 será gradual, y el nuevo protocolo
convivirá por algún tiempo con IPv4. Para hacer que ambos sistemas
funcionen al mismo tiempo, los ISP han comenzado a adoptar sistemas de
transición o de “traducción” de direcciones.
Uno de estos
sistemas permite que una dirección IPv4 sea compartida entre varios
hogares (hasta cientos de ellos), de modo que al rastrear el número, es
imposible llegar a un sólo punto. Para identificar a un usuario, los ISP
necesitarán recolectar más información sobre los individuos para poder
identificarlos, como los puertos, direcciones y la hora, lo que
significa que deberán almacenar más datos (incurriendo en más gastos).
Todavía no está muy claro el impacto de IPv6, pero resulta interesante este “efecto secundario”.
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