Ha habido, y he visto, de todo, vamos a contaros la crítica/análisis de ambos días, viernes-sábado.
La nueva hubicación del sonisphere tiene sus pros y sus contras; a favor el terreno, una amplia zona asfaltada que nos brindaba el poder respirar y ver, no como en el Getafe Open Air que el polvo hace imposible disfrutar del festival en su plenitud. Como contra del recinto John Lennon (frente a la base militar de Getafe) es la poca visibilidad por la noche, puesto que sólo había luz en los escenarios, yendo casi a ciegas cuando uno se movía por el recinto.
Otro contra del recinto es la distancia frente a la "zona de parking"; podías elegir intentar aparcar en Getafe, con un paseo mínumo de media hora del coche al recinto, o al polígono, con paseos de más de media hora, pasando por la estación Getafe-Central y el cuello de botella de las escaleras de acceso a la misma.
Los grupos dieron el máximo de sí mismos, creando un festival ameno, divertido, entretenido y donde el público fue la parte floja con poca participación, aunque exahusto de gritar.
El Viernes estaba interesado en Sonata Artica, Limp Bizkit y The Offspring.
Sonata estuvieron muy muy bien, pero me parecieron flojos frente a lo escuchado de sus discos en estudio, pienso que podrían mejorar el directo.
Limp Bizkit dieron el obsceno espectáculo que los seguidores de la banda de rap-metal deseaban, al salir ya les estaban llamadno -Hijosdeputa!! y más, pero es el concierto que dan, buena música y buen directo (pese a conocerlo y no ser mis favoritos, estuvieron geniales).
Y la noche la remataron los grandes de California, The Offspring. Dando un espectáculo sublime con sus grandes temas. A mi critério fue un acierto empezar con All I want, eso dejó al público con extasis de no querer parar...y así fue, a excepción de cuando tocaban temas del nuevo disco...un poco pobre.
El Sábado se tornaba matador, aluvión de gente por doquier, y nos es tontería, el sábado el recinto albergó a más de 50.000 perdonas (entre los dos días más de 90.000 superando el año pasado de 70.000).
Mastodon, Slayer, Children of Bodom, Within Temptation, Metallica, Evanescence...un gran cartel y un buen plantel.
Mastodon pese a no ser un grupo que me guste demasiado (no es mi palo) pero sorprendieron con sonido arrollador donde el cantante daba mucho juego.
Slayer y Children of Bodom no los oí enteros, pero el tiempo que estuve disfrutándolos me impactó la gran labor de los técnicos de sonido (y de los músicos, como es obvio) consiguiente que no hubiera ni una nota suelta mal expresada. La potencia de los altavoces de los escenarios 1 (donde tocaba Slayer) y 2 (donde majestuosamente instrumentó Children) no daba pie al error, ni a no oirlos. Un chapó y mil aplausos para ellos.
Las voz femenina de Within Temptation dio el espectáludo ansiado a lo que se quería. Potencia, canciones melódicas que inundaban el auditorio y disfrute del público al oír cantar a Sharon den Adel.
Con Evanescence no fue excesivamente diferente, aunque tenía el contra que tocaba detrás de Metallica, muchas de las personas solo fueron a ver a los de San Francisco, Amy Lee, el alma del grupo con su cante piano y composición, dió a lo que se mantuvieron a pie de cañón un espectáculo increible sacando el piano para tocar My Inmortal entre otras.
Para dar emoción a las masas se retrasaron un pelín más de la cuenta (y eso que en los horarios ya había de por sí un cuarto de hora de hora de retraso). Un video del lejano oeste, preludio de lo que nos esperaba, iba a ser un concierto épico. El público estalló y enloqueció al ver a los de San Francisco entrar al escenario. Dos horas de megaconcierto, sin dejar descanso al público, a excepción de un par de minutos de descanso para ellos. Un sonido btrutal con un espectáculo audiovisual diabólico con fuego, fuegos artificiales e incluso láseres.
Nadie estaba como para respirar y parpadear para perder un segundo de está gran banda. El escenario con pasarela era exclusiva de uso para ellos, acercándose al público para hacerlos enloquecer aún más mientras tocaban el Black Album entero.
Aún mi mente está ahí, y sólo deseo que el soniphere de el año que viene esté a la altura de lo que ya llevamos.
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