sábado, 7 de abril de 2012

Los perros y las ranas

Había una escuela en un pueblo apartado. A ella acudían tres perritos y tres ranitas. Todos vivían muy cerca unos de otros y eran buenos amigos. Naturalmente, iban juntos a clase, y con mucha puntualidad.

A veces, antes de llegar a la escuela, comenzaban las peleas dependiendo del día. Si el día había amanecido lluvioso, las ranitas se ponían locas de contentas. En cambio, a los perritos se les torcía el gesto.
—iYuuupú! ¡Menudo chapuzón nos vamos a dar en las charcas que la lluvia está formando! ¡Aaaah, qué frescor y bienestar siento! —decía una de las ranitas.
—¡Bah! Es día perdido para mí. ¡Me deprime tanto la lluvia! — respondía uno de los perritos.

Cuando el día amanecía soleado, ocurría todo lo contrario; los perritos no cabían en sí de gozo y las ranitas se sentían muy desdichadas, pues ya se imaginaban el calor y la sequedad agobiante que iban a torturarlas.
Ambos estaban contentos, tanto los perritos como las ranitas, cuando los días amanecían grises y plomizos; pero sin lluvia, que no eran pocos en esa zona de la sierra.

¿No sería mejor, amiguitos, que aceptemos todos la vida tal y como se presenta? De esta manera, nunca nos sentiríamos infelices.

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